Interpretación del Salmo 89
El Salmo 89 es un himno de alabanza y confianza en la fidelidad de Dios. En este salmo, el salmista reflexiona sobre la grandeza y el poder del Señor, reconociendo su soberanía y su amor eterno hacia su pueblo.
El salmista comienza alabando la misericordia y la fidelidad de Dios, recordando las promesas que le hizo a David y a su descendencia. Reconoce que Dios es el único digno de alabanza y que su poder y gloria están por encima de todas las cosas.
Sin embargo, a medida que avanza el salmo, el salmista se enfrenta a la realidad de la aflicción y el sufrimiento. A pesar de esto, no pierde la confianza en el Señor y en su promesa de estar siempre con su pueblo. Aunque los tiempos pueden ser difíciles, el salmista confía en que Dios cumplirá sus promesas y restaurará la fortaleza de su pueblo.
En la segunda parte del salmo, el salmista hace una súplica al Señor, pidiendo que no se aparte de ellos y que cumpla sus promesas de bendición y protección. Reconoce que la vida es efímera y que solo en Dios encontramos verdadera seguridad y esperanza.
El Salmo 89 nos enseña la importancia de confiar en la fidelidad de Dios, incluso en medio de las dificultades y el sufrimiento. Nos recuerda que Dios cumple sus promesas y que su amor y misericordia son eternos. Por lo tanto, podemos acudir a él en cualquier circunstancia, sabiendo que él nos escucha y nos sostiene.
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1 Cantaré eternamente las misericordias del Señor; Con mi boca daré a conocer tu fidelidad de generación en generación. 2 Porque dije: Para siempre será edificada misericordia; En los cielos mismos afirmarás tu fidelidad. 3 Hice pacto con mi escogido; Juré a David mi siervo, diciendo: 4 Para siempre confirmaré tu descendencia, Y edificaré tu trono por todas las generaciones. Selah 5 Los cielos alabarán tus maravillas, oh Señor, Tu fidelidad también en la congregación de los santos. 6 Porque ¿quién en los cielos se igualará a Jehová? ¿Quién será semejante a Jehová entre los hijos de los poderosos? 7 Dios es temible en la gran congregación, Y formidable sobre todos cuantos están alrededor de él. 8 Oh Jehová Dios de los ejércitos, ¿Quién como tú? Poderoso eres, Jehová, Y tu fidelidad te rodea. 9 Tú tienes dominio sobre la braveza del mar; Cuando se levantan sus ondas, tú las sosiegas. 10 Tú quebrantaste a Rahab como a herido de muerte; Con tu brazo poderoso esparciste a tus enemigos. 11 Tuyos son los cielos, tuya también la tierra; El mundo y su plenitud, tú lo fundaste. 12 El norte y el sur, tú los creaste; El Tabor y el Hermón cantan en tu nombre. 13 Tuyo es el brazo potente; Fuerte es tu mano, exaltada tu diestra. 14 Justicia y juicio son el cimiento de tu trono; Misericordia y verdad van delante de tu rostro. 15 Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte; Andará, oh Jehová, a la luz de tu rostro. 16 En tu nombre se alegrará todo el día, Y en tu justicia será enaltecido. 17 Porque tú eres la gloria de su potencia, Y por tu buena voluntad acrecentarás nuestro poder. 18 Porque Jehová es nuestro escudo, Y nuestro rey es el Santo de Israel. 19 Entonces hablaste en visión a tu santo, y dijiste: He puesto el socorro sobre uno que es poderoso; He exaltado a un escogido de mi pueblo. 20 Hallé a David mi siervo; Lo ungí con mi santa unción. 21 Mi mano estará siempre con él, Mi brazo también lo fortalecerá. 22 No lo sorprenderá el enemigo, Ni lo afligirá el hijo de iniquidad. 23 Quebrantaré delante de él a sus enemigos, Y heriré a los que le aborrecen. 24 Mi fidelidad y mi misericordia estarán con él, Y en mi nombre será exaltado su poder. 25 Pondré su mano sobre el mar, Y sobre los ríos su diestra. 26 El clamará a mí: Mi padre eres tú, Mi Dios, y la roca de mi salvación. 27 Yo también le pondré por primogénito, El más alto de los reyes de la tierra. 28 Para siempre le guardaré mi misericordia, Y mi pacto será firme con él. 29 Estableceré su descendencia para siempre, Y su trono como los días de los cielos. 30 Si dejaren sus hijos mi ley, Y no anduvieren en mis juicios, 31 Si profanaren mis estatutos, Y no guardaren mis mandamientos, 32 Entonces castigaré con vara su transgresión, Y con azotes sus iniquidades. 33 Mas no quitaré de él mi misericordia, Ni falsearé mi verdad. 34 No quebrantaré mi pacto, Ni alteraré lo que ha salido de mis labios. 35 Una vez he jurado por mi santidad, Y no mentiré a David. 36 Su descendencia será para siempre, Y su trono como el sol delante de mí. 37 Como la luna será firme para siempre, Y como un testigo fiel en el cielo. Selah 38 Pero tú desechaste y menospreciaste a tu ungido, Y te has airado con él. 39 Has invalidado el pacto de tu siervo; Has profanado su corona hasta la tierra. 40 Has quebrantado todos sus vallados; Has puesto en ruinas sus fortalezas. 41 Lo saquean todos los que pasan por el camino; Es oprobio a sus vecinos. 42 Has exaltado la diestra de sus adversarios; Has alegrado a todos sus enemigos. 43 También has vuelto atrás el filo de su espada, Y no lo has sostenido en la batalla. 44 Has hecho que cese su gloria, Y has derribado su trono hasta la tierra. 45 Has acortado los días de su juventud; Lo has cubierto de afrenta. Selah 46 ¿Hasta cuándo, oh Jehová? ¿Te esconderás para siempre? ¿Arderá tu ira como el fuego? 47 Recuerda cuán breve es mi tiempo; ¿Por qué habrás creado en vano a todo hijo de hombre? 48 ¿Qué hombre vivirá y no verá muerte? ¿Librará su vida del poder del Seol? Selah 49 Señor, ¿dónde están tus antiguas misericordias, Que juraste a David por tu verdad? 50 Acuérdate, Señor, del oprobio de tus siervos; Cómo he llevado en mi seno el oprobio de los pueblos; 51 Con el cual tus enemigos, oh Jehová, han vituperado, Con el cual han vituperado las huellas de tu ungido. 52 Bendito sea Jehová para siempre. Amén y Amén. |