El Salmo 135 es un himno de alabanza y acción de gracias a Dios por su grandeza y su poder. En este salmo, el salmista exalta la soberanía y el dominio absoluto de Dios sobre todas las cosas. Reconoce que Dios es el único Dios verdadero y que su nombre es digno de alabanza.
El salmista recuerda las obras poderosas que Dios ha realizado a lo largo de la historia, desde la creación del mundo hasta la liberación de Israel de la esclavitud en Egipto. Destaca las señales y milagros que Dios hizo en favor de su pueblo, demostrando así su fidelidad y su amor inagotable.
El Salmo 135 también enfatiza la diferencia entre el Dios de Israel y los dioses falsos de las naciones vecinas. Mientras que los ídolos son inútiles y sin vida, el Dios de Israel es poderoso y está vivo. Él es capaz de hacer cosas maravillosas y responder a las oraciones de su pueblo.
El salmista llama a la congregación a alabar y bendecir a Dios, reconociendo su grandeza y su poder. Invita a todos a adorar al Dios que hizo los cielos y la tierra, y a confiar en él como el único que puede salvar y proteger.
La grandeza de Dios
El Salmo 135 nos enseña a reconocer la grandeza y el poder de Dios. El salmista destaca que Dios es el único Dios verdadero y que su nombre es digno de alabanza. No hay nadie como él, su grandeza es incomparable. Su poder se manifiesta en todas sus obras y acciones.
En cada palabra del salmista, se plasma la admiración y reverencia hacia Dios. Es una invitación a reconocer que Dios es supremo y que su poder es infinito. Nos anima a confiar en él y a depender de su amoroso cuidado.
Las obras poderosas de Dios
El salmista recuerda las obras poderosas que Dios ha realizado a lo largo de la historia. Desde la creación del mundo hasta la liberación de Israel de la esclavitud en Egipto, Dios ha demostrado su fidelidad y su amor inagotable hacia su pueblo.
Las señales y milagros que Dios hizo en favor de su pueblo son testimonio de su poder y su capacidad para actuar en nuestro favor. Las obras de Dios son un recordatorio de su amor y cuidado hacia nosotros, y nos dan la confianza de que él siempre estará a nuestro lado, dispuesto a ayudarnos y protegernos.
La diferencia entre Dios y los ídolos
El Salmo 135 destaca la diferencia entre el Dios de Israel y los dioses falsos de las naciones vecinas. Mientras que los ídolos son inútiles y sin vida, el Dios de Israel es poderoso y está vivo. Él es capaz de hacer cosas maravillosas y responder a las oraciones de su pueblo.
El salmista nos recuerda que no debemos poner nuestra confianza en ídolos o en cualquier otra cosa que no sea Dios. Solo él merece nuestra adoración y nuestra confianza. Él es nuestro único Dios y Salvador, y solo en él encontramos la verdadera paz y seguridad.
Nuestra respuesta: alabanza y confianza
El salmista llama a la congregación a alabar y bendecir a Dios. Nos invita a reconocer su grandeza y su poder, y a adorarle con alegría y gratitud.
La respuesta adecuada a la grandeza y el poder de Dios es la alabanza y la adoración. Debemos confiar en él como nuestro único Dios y Salvador, sabiendo que él está siempre presente y dispuesto a escuchar nuestras oraciones. En medio de cualquier situación, podemos encontrar consuelo y fortaleza en su amor y su cuidado.
- El Salmo 135 nos enseña a reconocer la grandeza y el poder de Dios, a alabarle por sus grandes obras y a confiar en él como nuestro único Dios y Salvador. Nos anima a adorarle con alegría y gratitud, sabiendo que él está siempre presente y dispuesto a escuchar nuestras oraciones.
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Alabad el nombre de Jehová; Alabadle, siervos de Jehová. Vosotros que estáis en la casa de Jehová, En los atrios de la casa de nuestro Dios. Alabad a Jehová, porque él es bueno; Cantad salmos a su nombre, porque él es benigno. Porque Jehová ha escogido a Jacob para sí, A Israel por posesión suya. Porque yo sé que Jehová es grande, Y el Señor nuestro, sobre todos los dioses. Todo lo que Jehová quiere, lo hace, En los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos. Hace subir las nubes de los extremos de la tierra; Hace los relámpagos para la lluvia; Saca de sus depósitos los vientos. El que hirió a los primogénitos de Egipto, De hombre hasta bestia. Envió señales y prodigios en medio de ti, oh Egipto, Contra Faraón y contra todos sus siervos. Hirió a naciones muchas, Y mató a reyes poderosos: A Sehón rey amorreo, Y a Og rey de Basán, Y a todos los reyes de Canaán. Y dio la tierra de ellos en heredad, En heredad a Israel su pueblo. Oh Jehová, eterno es tu nombre; Tu memoria, oh Jehová, de generación en generación. Porque Jehová juzgará a su pueblo, Y se compadecerá de sus siervos. Los ídolos de las naciones son plata y oro, Obra de manos de hombres. Tienen boca, mas no hablan; Tienen ojos, mas no ven; Orejas tienen, mas no oyen; Tampoco hay aliento en sus bocas. Semejantes a ellos son los que los hacen, Y todos los que en ellos confían. Bendecid a Jehová, casa de Israel; Bendecid a Jehová, casa de Aarón. Bendecid a Jehová, casa de Leví; Los que teméis a Jehová, bendecid a Jehová. Bendito sea Jehová desde Sion, El que habita en Jerusalén. Aleluya. |