El Salmo 31 es un himno que expresa la confianza y la entrega total de una persona a Dios. En este salmo, el salmista clama a Dios en medio de la angustia y la aflicción, reconociendo su dependencia y su necesidad de la protección divina. El salmista se refugia en Dios como su roca y su fortaleza, confiando en su fidelidad y su amor inagotable.
En este salmo, el salmista describe las dificultades y los peligros que enfrenta, pero también proclama su firme confianza en Dios. A pesar de las circunstancias adversas, el salmista se refugia en la presencia de Dios y pide su guía y su protección. Reconoce que Dios es su refugio seguro y confía en que Él le librará de los lazos del enemigo.
La importancia de la humildad y la confianza
El salmo también destaca la importancia de la humildad y la confianza en Dios. El salmista reconoce su propia debilidad y fragilidad, pero confía en el poder y la bondad de Dios. Reconoce que solo en Dios puede encontrar salvación y liberación. Además, el salmista anima a otros a confiar en Dios y a buscar refugio en Él, proclamando su fidelidad y su amor eterno.
Un himno de confianza en medio de las dificultades
El Salmo 31 es un himno que nos enseña la importancia de confiar en Dios en medio de las dificultades y los peligros. Nos recuerda que solo en Dios encontramos refugio y salvación, y nos anima a depositar nuestra confianza en Él en todo momento.
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En ti, oh Jehová, he confiado; no sea yo confundido jamás; Líbrame en tu justicia. Inclina a mí tu oído, líbrame pronto; Sé tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme. Porque tú eres mi roca y mi fortaleza; Por tu nombre me guiarás y me encaminarás. Saca mi alma de la cárcel, para que alabe tu nombre; Me rodearán los justos, Porque tú me serás propicio. En tus manos encomiendo mi espíritu; Tú me has redimido, oh Jehová, Dios de verdad. Aborrezco a los que esperan en vanidades ilusorias; Mas yo en Jehová he esperado. Gozaré y me alegraré en tu misericordia, Porque has visto mi aflicción; Has conocido mi alma en las angustias. No me entregaste en mano del enemigo; Pusiste mis pies en lugar espacioso. Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy en angustia; Se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo. Porque mi vida se va gastando de dolor, Y mis años de suspirar; Mi fuerza ha desfallecido a causa de mi iniquidad, Y mis huesos se han consumido. Soy objeto de oprobio entre todos mis enemigos, Y de grande vergüenza para mis vecinos, y de temor para mis conocidos; Los que me ven fuera huyen de mí. He sido olvidado como muerto de todos los corazones; Soy como un vaso quebrado. Porque oigo la calumnia de muchos; El miedo me asalta por todas partes, Mientras consultan juntos contra mí, Y traman quitarme la vida. Mas yo en ti confío, oh Jehová; Digo: Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos; Líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores. Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo; Sálvame por tu misericordia. No sea yo avergonzado, oh Jehová, porque te he invocado; Sean avergonzados los impíos, sean mudez los que hablan contra el justo con soberbia y menosprecio. ¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, Que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres! En lo secreto de tu presencia los esconderás de la conspiración del hombre; Los pondrás en un tabernáculo a cubierto de contención de lenguas. Bendito sea Jehová, Porque ha hecho maravillosa su misericordia para conmigo en ciudad fortificada. Yo decía en mi premura: Cortado soy de delante de tus ojos; Pero tú oíste la voz de mis ruegos cuando a ti clamaba. Amad a Jehová, todos vosotros sus santos; A los fieles guarda Jehová, Y paga abundantemente al que procede con soberbia. Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, Y tome aliento vuestro corazón. |