Interpretación del Salmo 86
El Salmo 86 es un salmo de súplica y confianza en Dios. En este salmo, el salmista clama a Dios en busca de misericordia y protección, reconociendo su dependencia total de Él. El salmista expresa su confianza en que Dios escuchará su oración y lo ayudará en medio de sus dificultades. Este salmo nos enseña a confiar en Dios en todo momento y a buscar su dirección y ayuda en nuestras vidas.
La súplica del salmista
El salmo comienza con una súplica ferviente del salmista hacia Dios. El salmista reconoce su propia necesidad y debilidad, y clama a Dios por su misericordia. En este versículo, el salmista muestra su humildad al reconocer que solo Dios puede salvarlo y que solo en Él puede encontrar refugio seguro. El salmista confía en que Dios escuchará su oración y lo salvará de sus enemigos.
La confianza en la bondad de Dios
El salmista continúa expresando su confianza en la bondad y fidelidad de Dios. Reconoce que Dios es bueno y está dispuesto a perdonar y mostrar compasión. El salmista se encomienda a Dios, sabiendo que Él es clemente y compasivo, lento para la ira y lleno de amor inagotable. Esta confianza en la bondad de Dios nos enseña a depender de Él en todo momento y a confiar en que Él nos guiará por el camino correcto.
La petición de protección
El salmista vuelve a clamar a Dios en busca de protección y ayuda. Reconoce que está rodeado de enemigos y que su vida está en peligro. El salmista pide a Dios que lo cuide y lo libere de aquellos que lo persiguen. En este versículo, el salmista muestra su total dependencia de Dios y su confianza en que Él lo protegerá y lo librará de todo mal.
La confianza en la respuesta de Dios
El salmista concluye el salmo expresando su confianza en que Dios escuchará su oración y responderá. Está convencido de que Dios lo consolará y le mostrará su amor. El salmista finaliza el salmo con una afirmación de confianza en la fidelidad y el poder de Dios. Esta confianza en la respuesta de Dios nos enseña a depositar nuestras preocupaciones y necesidades en Él, confiando en que Él nos dará la paz y la ayuda que necesitamos.
El Salmo 86 nos enseña a confiar en Dios en todo momento y a buscar su dirección y ayuda en nuestras vidas. A través de este salmo, aprendemos la importancia de reconocer nuestra dependencia de Dios y de clamar a Él en busca de misericordia y protección. Asimismo, nos invita a confiar en la bondad y fidelidad de Dios, sabiendo que Él escucha nuestras oraciones y nos guía en nuestro camino. Que este salmo sea un recordatorio constante de nuestra necesidad de Dios y de su amor inagotable hacia nosotros.
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Inclina, oh Jehová, tu oído, y escúchame, porque estoy afligido y necesitado.
Guarda mi alma, porque soy piadoso; salva a tu siervo, oh Dios mío, que en ti confía. Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque a ti clamo todo el día. Alegra el alma de tu siervo, porque a ti, oh Señor, levanto mi alma. Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que te invocan. Escucha, oh Jehová, mi oración, y está atento a la voz de mis ruegos. En el día de mi angustia te llamaré, porque tú me responderás. No hay otro como tú entre los dioses, oh Señor, ni obras como las tuyas. Todas las naciones que hiciste vendrán y adorarán delante de ti, oh Señor, y glorificarán tu nombre. Porque tú eres grande y hacedor de maravillas; sólo tú eres Dios. Enséñame, oh Jehová, tu camino, y caminaré en tu verdad; une mi corazón para que tema tu nombre. Te alabaré, oh Señor mi Dios, con todo mi corazón, y glorificaré tu nombre para siempre. Porque grande es tu misericordia para conmigo, y has librado mi alma del Seol más profundo. Oh Dios, los soberbios se han levantado contra mí, y una multitud de violentos buscan mi vida; no han puesto a ti delante de ellos. Pero tú, Señor, eres Dios misericordioso y clemente, lento para la ira y grande en misericordia y verdad. Vuélvete hacia mí, y ten misericordia de mí; da tu fortaleza a tu siervo, y salva al hijo de tu sierva. Haz conmigo una señal para bien, y véanla aquellos que me aborrecen, y sean avergonzados; porque tú, Jehová, me ayudaste y me consolaste. |