Salmo 18 y su significado

 

Interpretación del Salmo 18

El Salmo 18 es un himno de alabanza y gratitud a Dios por su poder y protección. En este salmo, el salmista reconoce la grandeza de Dios y su papel como refugio y fortaleza en tiempos de peligro. El salmista expresa su confianza en la ayuda divina y describe cómo Dios lo libra de sus enemigos y lo sostiene en medio de las dificultades.

El Salmo 18 también enfatiza la justicia de Dios y cómo Él recompensa a aquellos que son fieles y obedientes. El salmista reconoce que Dios es perfecto en todos sus caminos y que Él guía a aquellos que lo buscan con sinceridad. El salmo termina con una declaración de alabanza y adoración a Dios, reconociendo que Él es digno de toda la gloria y el honor.

Confianza en el poder y protección de Dios

En el Salmo 18, el salmista muestra una gran confianza en el poder y protección de Dios. Él reconoce que Dios es su roca, su fortaleza y su salvación. En momentos de angustia y peligro, el salmista clama a Dios y Él responde, librando al salmista de sus enemigos y sosteniéndolo en sus brazos.

Esta confianza en el poder y protección de Dios nos enseña a depender de Él en todo momento. Nos muestra que cuando enfrentamos dificultades, podemos acudir a Dios en oración y confiar en que Él nos sostendrá y nos dará la fortaleza que necesitamos.

La justicia de Dios y su recompensa

El Salmo 18 también resalta la justicia de Dios y cómo Él recompensa a aquellos que son fieles y obedientes. El salmista reconoce que Dios trata a cada persona conforme a sus obras, y bendice a aquellos que buscan su voluntad y siguen sus mandamientos.

Esta enseñanza nos anima a vivir una vida justa y obediente, confiando en que Dios no se olvida de nosotros y que nos recompensará por nuestras acciones. Nos motiva a perseverar en medio de las dificultades y a confiar en que Dios hará justicia en su tiempo perfecto.

Alabanza y adoración a Dios

El Salmo 18 concluye con una hermosa declaración de alabanza y adoración a Dios. El salmista reconoce la grandeza de Dios y proclama que Él es digno de toda la gloria y el honor. Reconoce que es en Dios donde encuentra refugio y fortaleza, y que es por su poder que puede enfrentar a sus enemigos.

Esta declaración de alabanza y adoración nos invita a rendir nuestros corazones a Dios y reconocer su grandeza. Nos enseña a alabarle en todo momento, no solo cuando las cosas van bien, sino también en medio de las pruebas y dificultades. Nos recuerda que Dios merece nuestra adoración y que Él está siempre presente para escucharnos y sostenernos.

El Salmo 18 nos enseña a confiar en Dios en medio de las pruebas y dificultades de la vida. Nos anima a reconocer su poder y protección, y a alabarle por su fidelidad y justicia. Nos recuerda que Dios es nuestro refugio seguro y nuestra fortaleza en todo momento.

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Salmo Católico Completo (Salmo 18) para Leer e Imprimir

Te amo, oh Jehová, fortaleza mía.
Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador;
Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré;
Mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio.
Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado,
Y seré salvo de mis enemigos.
Me rodearon ligaduras de muerte,
Y torrentes de perversidad me atemorizaron.
Ligaduras del Seol me rodearon;
Tendieron lazos para mí delante de mi.
En mi angustia invoqué a Jehová,
Y clamé a mi Dios;
El oyó mi voz desde su templo,
Y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos.
Entonces la tierra fue conmovida y tembló;
Los cimientos de los montes se estremecieron
Y se agitaron, porque se indignó él.
Humo subió de su nariz,
Y de su boca fuego consumidor;
Carbones fueron por él encendidos.
Inclinó los cielos, y descendió;
Y había densas tinieblas debajo de sus pies.
Cabalgó sobre un querubín, y voló;
Voló sobre las alas del viento.
Puso tinieblas por su escondedero,
Por cortina suya alrededor de sí, oscuridad de aguas, nubes de los cielos.
Por el resplandor de su presencia se encendieron brasas de fuego.
Jehová tronó desde los cielos,
Y el Altísimo dio su voz,
Granizo y carbones de fuego.
Envió sus saetas, y los dispersó;
Lanzó relámpagos, y los destruyó.
Entonces aparecieron los abismos de las aguas,
Y quedaron al descubierto los cimientos del mundo,
A tu reprensión, oh Jehová,
Por el soplo del aliento de tu nariz.
Envió desde lo alto, y me tomó;
Me sacó de las muchas aguas.
Me libró de mi poderoso enemigo,
Y de los que me aborrecían; pues eran más fuertes que yo.
Me asaltaron en el día de mi quebranto,
Mas Jehová fue mi apoyo.
Me sacó a lugar espacioso;
Me libró, porque se agradó de mí.
Jehová me ha premiado conforme a mi justicia;
Conforme a la limpieza de mis manos me ha recompensado.
Porque yo he guardado los caminos de Jehová,
Y no me aparté impíamente de mi Dios.
Pues todos sus juicios estuvieron delante de mí,
Y no me he apartado de sus estatutos.
Fui recto delante de él,
Y me he guardado de mi iniquidad.
Y me ha recompensado conforme a mi justicia,
Conforme a la limpieza de mis manos delante de su vista.
Con el misericordioso te mostrarás misericordioso,
Y recto para con el hombre íntegro.
Limpio te mostrarás para con el limpio,
Y severo serás para con el perverso.
Porque tú salvarás al pueblo afligido,
Y humillarás los ojos altivos.
Tú encenderás mi lámpara;
Jehová mi Dios alumbrará mis tinieblas.
Contigo desbarataré ejércitos,
Y con mi Dios asaltaré muros.
En cuanto a Dios, perfecto es su camino,
Y acrisolada la palabra de Jehová;
Escudo es a todos los que en él esperan.
Porque ¿quién es Dios sino sólo Jehová?
¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios?
Dios es el que me ciñe de poder,
Y quien hace perfecto mi camino;
Quien hace mis pies como de ciervas,
Y me hace estar firme sobre mis alturas;
Quien adiestra mis manos para la batalla,
Para entesar con mis brazos el arco de bronce.
Me diste asimismo el escudo de tu salvación;
Tu diestra me sustentó,
Y tu benignidad me ha engrandecido.
Ensanchaste mis pasos debajo de mí,
Y mis pies no han resbalado.
Perseguí a mis enemigos, y los alcancé,
Y no volví hasta acabarlos.
Los herí de tal manera, que no se levantaron;
Cayeron debajo de mis pies.
Pues me ceñiste de fuerzas para la pelea;
Has humillado a mis enemigos debajo de mí.
Has hecho que mis enemigos me vuelvan las espaldas,
Para que yo destruya a los que me aborrecen.
Clamaron, y no hubo quien los salvase;
Aun a Jehová, pero no los oyó.
Los molí como polvo delante del viento;
Los eché fuera como lodo de las calles.
Me has librado de las contiendas del pueblo;
Me has hecho cabeza de las naciones;
Pueblo que yo no conocía me sirvió.
Al oír de mí, me obedecieron;
Los hijos de extraños se sometieron a mí.
Los extraños desfallecieron,
Y salieron temblando de sus encierros.
Viva Jehová, y bendita sea mi roca,
Y ensalzado sea el Dios de mi salvación;
El Dios que venga por mí,
Y sujeta pueblos debajo de mí;
El que me libra de mis enemigos,
Y aun me eleva sobre los que se levantan contra mí;
Me libraste de varón violento.
Por tanto, oh Jehová, te alabaré entre las naciones,
Y cantaré a tu nombre.
El hace grandes las victorias de su rey,
Y tiene misericordia de su ungido,
De David y de su descendencia para siempre.
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