Interpretación del Salmo 66
El Salmo 66 es un himno de alabanza y gratitud hacia Dios por sus obras maravillosas y su poder redentor. En este salmo, el salmista invita a toda la tierra a cantar y alabar a Dios por sus acciones poderosas.
El salmista comienza destacando las maravillas que Dios ha realizado en la historia de Israel, desde la liberación de su pueblo de la esclavitud en Egipto hasta el cruce del mar Rojo. Estas obras poderosas de Dios son motivo de alabanza y gratitud.
La fidelidad de Dios
El salmista también reconoce la fidelidad de Dios en su vida personal. Él declara que ha ofrecido sacrificios y cumplido sus promesas a Dios, y por eso ahora puede experimentar la bendición y el favor divino. El salmista anima a todos los creyentes a confiar en Dios y a alabar su nombre.
Testificar sobre las acciones de Dios
En la segunda parte del salmo, el salmista expresa su deseo de testificar sobre las acciones de Dios. Él desea contar a todos los pueblos y naciones cómo Dios lo ha escuchado y respondido a sus oraciones. El salmista está convencido de que Dios escucha a quienes le buscan con sinceridad y que su amor y misericordia se extienden a toda la tierra.
El Salmo 66 es un llamado a la alabanza y gratitud hacia Dios por sus obras maravillosas. Nos recuerda que Dios es poderoso y fiel, y que debemos confiar en él en todas las circunstancias de la vida. También nos anima a compartir nuestras experiencias con Dios para que otros puedan conocer su amor y misericordia.
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Aclamad a Dios con alegría, toda la tierra. Cantad la gloria de su nombre; Poned gloria en su alabanza. Decid a Dios: ¡Cuán asombrosas son tus obras! Por la grandeza de tu poder se someterán a ti tus enemigos. Toda la tierra te adorará, Y cantará a ti; Cantarán a tu nombre. Selah Venid y ved las obras de Dios, Asombrosas obras en favor de los hijos de los hombres. Convirtió el mar en tierra seca; En el río pasaron a pie; Allí en él nos alegramos. El señor es el que tiene poder para siempre; Sus ojos están sobre las naciones; No se exalten los rebeldes. Selah Bendecid, pueblos, a nuestro Dios, Y haced oír la voz de su alabanza, El cual sostiene nuestra alma entre los vivos, Y no ha permitido que resbalen nuestros pies. Porque tú nos has probado, oh Dios; Nos has refinado como se refina la plata. Nos metiste en la red; Pusiste sobre nuestros lomos pesada carga. Hiciste cabalgar hombres sobre nuestra cabeza; Pasamos por el fuego y por el agua, Y nos sacaste a abundancia. Entraré en tu casa con holocaustos; Te pagaré mis votos, Que pronunciaron mis labios Y habló mi boca, cuando estaba en angustia. Holocaustos de animales engordados te ofreceré, Con sahumerio de carneros; Te ofreceré en sacrificio bueyes y machos cabríos. Selah Venid, oíd todos los que teméis a Dios, Y contaré lo que ha hecho a mi alma. A él clamé con mi boca, Y fue exaltado con mi lengua. Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, El Señor no me habría escuchado. Mas ciertamente me escuchó Dios; Atendió a la voz de mi súplica. Bendito sea Dios, Que no echó de sí mi oración, Ni de mí su misericordia. |