El Salmo 40 comienza expresando su confianza en el Señor, quien lo ha escuchado y rescatado de una situación de desesperación. Reconoce que Dios es su ayuda y refugio, y declara su disposición a obedecer y hacer la voluntad divina. El salmista también resalta la importancia de dar testimonio de las maravillas de Dios y de proclamar su justicia y fidelidad ante la congregación. Reconoce que la bondad de Dios es innumerable y que sus planes y pensamientos son insondables. Por ello, se compromete a anunciar la salvación a todos los que buscan al Señor. Es, entre otras cosas, un Salmo de Liberación.
En medio de la adversidad y los enemigos que se levantan en su contra, el salmista reafirma su confianza en Dios y su seguridad de que el Señor lo sostendrá. Reconoce que la maldad y los pecados propios lo han alcanzado, pero confía en la misericordia y el perdón de Dios. El Salmo 40 nos enseña la importancia de confiar en Dios en medio de las dificultades, reconocer su fidelidad y misericordia, y proclamar su salvación a otros. Nos invita a vivir en obediencia a la voluntad de Dios y a confiar en su poder para sostenernos y rescatarnos.
Índice
Esperanza y Salvación Divina (Versículos 1-3)
El salmo comienza con un testimonio personal de David sobre cómo Dios lo rescató de una situación desesperada:
«Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.»
David expresa su paciencia y confianza en Dios, quien escucha su clamor y lo rescata. La imagen del pozo de la desesperación y el lodo cenagoso representa las dificultades extremas de las cuales Dios lo salvó, colocando sus pies sobre una roca firme, simbolizando seguridad y estabilidad.
Alabanza y Testimonio Público (Versículos 4-5)
David continúa alabando a Dios y exhorta a otros a confiar en Él:
«Bienaventurado el hombre que pone en Jehová su confianza, y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira. Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas; y tus pensamientos para con nosotros, no es posible contarlos ante ti.»
Aquí, se resalta la bendición que reciben aquellos que confían en Dios en lugar de en el orgullo o la falsedad. David reconoce las innumerables maravillas y pensamientos benevolentes de Dios hacia su pueblo, demostrando su carácter generoso y amoroso.
Obediencia y Sacrificio (Versículos 6-8)
David subraya que Dios prefiere la obediencia y el compromiso del corazón sobre los sacrificios rituales:
«Sacrificio y ofrenda no te agrada; has abierto mis oídos; holocausto y expiación no has demandado. Entonces dije: He aquí vengo; en el rollo del libro está escrito de mí: El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón.»
Este pasaje indica que Dios valora más la obediencia sincera y la disposición a cumplir su voluntad que los rituales externos. David se presenta a sí mismo como dispuesto a cumplir la voluntad de Dios, teniendo Su ley profundamente arraigada en su corazón.
Proclamación de la Justicia de Dios (Versículos 9-10)
David proclama públicamente la justicia y la fidelidad de Dios:
«He anunciado justicia en grande congregación; he aquí, no refrené mis labios, Jehová, tú lo sabes. No encubrí tu justicia dentro de mi corazón; he publicado tu fidelidad y tu salvación; no oculté tu misericordia y tu verdad en grande asamblea.»
David declara que no ha ocultado la justicia de Dios, sino que la ha proclamado abiertamente, testificando de Su fidelidad, salvación, misericordia y verdad ante la comunidad.
Petición de Ayuda y Protección (Versículos 11-17)
El salmo termina con una súplica a Dios por ayuda continua en medio de la adversidad:
«Jehová, no retengas de mí tus misericordias; tu misericordia y tu verdad me guarden siempre, porque me han rodeado males sin número; me han alcanzado mis maldades, y no puedo levantar la vista; se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza, y mi corazón me falla.»
David pide la continua protección y misericordia de Dios, reconociendo su propia fragilidad y los numerosos males que lo rodean. Termina confiando en que Dios lo librará y ayudará:
«Sean avergonzados y confundidos a una los que buscan mi vida para destruirla; vuelvan atrás y avergüéncense los que mi mal desean. Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan, y digan siempre los que aman tu salvación: Jehová sea enaltecido. Aunque afligido yo y necesitado, Jehová pensará en mí. Mi ayuda y mi libertador eres tú; Dios mío, no te tardes.»
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Esperé con paciencia a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, y confiarán en Jehová. Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza, y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira. Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas; y tus pensamientos para con nosotros, no se pueden contar ante ti. Si yo anunciare y hablare de ellos, no pueden ser enumerados. Sacrificio y ofrenda no te agrada; Has abierto mis oídos; Holocausto y expiación no has demandado. Entonces dije: He aquí, vengo; En el rollo del libro está escrito de mí; El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón. He anunciado justicia en grande congregación; He aquí, no refrené mis labios, Jehová, tú lo sabes. No encubrí tu justicia dentro de mi corazón; He publicado tu fidelidad y tu salvación; No oculté tu misericordia y tu verdad en grande asamblea. Jehová, no retengas de mí tus misericordias; Tu misericordia y tu verdad me guarden siempre. Porque me han rodeado males sin número; Me han alcanzado mis maldades, y no puedo levantar la vista; Han sido más que los cabellos de mi cabeza, y mi corazón desfallece. Quieras, oh Jehová, librarme; Jehová, apresúrate a socorrerme. Sean avergonzados y confundidos a una los que buscan mi vida para destruirla; Sean vueltos atrás y avergonzados los que mi mal desean. Sean asolados en pago de su afrenta los que me dicen: ¡Ea, ea! Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan, y digan siempre los que aman tu salvación: Engrandecido sea Dios. Pero yo estoy afligido y necesitado; Apresúrate a mí, oh Dios. Ayuda mía y mi libertador eres tú; Oh Jehová, no te detengas. |