Interpretación del Salmo 146: El Salmo 146 es un himno de alabanza y confianza en Dios. En este salmo, el salmista nos invita a alabar al Señor y a confiar en Él en todo momento. El salmo comienza con una exhortación a alabar al Señor, destacando su grandeza y poder. Nos recuerda que es el único digno de nuestra confianza, ya que es fiel y eterno. No debemos olvidar que el salmo 146 de entre todos los salmos católicos, se clasifica dentro de los conocidos como salmos de liberación, y esto ya nos puede dar una idea del sentido y significado tan profundo que este salmo conlleva consigo mismo.
La fidelidad de Dios hacia los oprimidos: En los versículos siguientes, el salmista destaca la fidelidad de Dios hacia los oprimidos, los pobres, los cautivos y los enfermos. Nos muestra que Dios es quien defiende a los indefensos y provee para aquellos que están en necesidad. Asimismo, nos anima a confiar en Dios, ya que Él es quien tiene el poder de salvar y de dar justicia.
Confianza en Dios en lugar de los poderosos: El salmista también nos recuerda que Dios es el creador del cielo y de la tierra, y que su reinado es eterno. Nos invita a confiar en Dios y a no poner nuestra confianza en los poderosos de este mundo, ya que ellos son mortales y sus planes pueden fallar. Es importante recordar que solo Dios es nuestro refugio y nuestra esperanza. Dicho esto, podemos afirmar, que se trata de un salmo de Esperanza y fe, entre otras cosas.
Alabanza y bendición al Señor: En la última parte del salmo, el salmista alaba y bendice al Señor, reconociendo su grandeza y su amor eterno. Nos anima a alabar al Señor con todo nuestro ser, y a confiar en Él en todo momento. El Salmo 146 nos enseña a alabar y confiar en Dios, reconociendo su grandeza, fidelidad y poder.
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Alaba, oh alma mía, al Señor. Alabaré al Señor en mi vida; cantaré salmos a mi Dios mientras viva. No confiéis en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en ellos salvación. Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensamientos. Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en el Señor su Dios, que hizo los cielos y la tierra, el mar, y todo lo que hay en ellos; que guarda verdad para siempre, que hace justicia a los agraviados, que da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos; el Señor abre los ojos de los ciegos; el Señor levanta a los caídos; el Señor ama a los justos. El Señor guarda a los extranjeros; al huérfano y a la viuda sostiene, y el camino de los impíos trastorna. El Señor reinará para siempre; tu Dios, oh Sion, de generación en generación. Aleluya. |