El Salmo 17 es una oración de David en la que busca la protección de Dios contra sus enemigos. En este salmo, David expresa su confianza en Dios y su certeza de que Él escuchará su clamor y lo protegerá de aquellos que lo persiguen.
En los primeros versículos, David describe la situación en la que se encuentra: rodeado de enemigos que lo acusan injustamente y lo atacan. Sin embargo, a pesar de las circunstancias adversas, David se aferra a su fe en Dios y clama por su ayuda.
Enemigos que lo persiguen y acusan, pero David confía en que Dios será su escudo y su refugio.
En los siguientes versículos, David expresa su confianza en la justicia de Dios y su esperanza de ser vindicado. Él reconoce que Dios examina los corazones y las acciones de las personas, y confía en que Él actuará en su favor.
David confía en la justicia de Dios y en que Él actuará en su favor.
El Salmo 17 culmina con una hermosa declaración de confianza en Dios. David afirma que se mantendrá firme en su fe y que confía plenamente en la protección divina. Él reconoce que solo a través de Dios puede encontrar refugio y ser librado de sus enemigos.
David se mantiene firme en su fe y reconoce que solo a través de Dios puede encontrar refugio y protección.
El Salmo 17 nos enseña la importancia de confiar en Dios en medio de las dificultades y persecuciones. Nos anima a buscar su protección y a depositar nuestra confianza en su justicia. Como David, podemos afirmar que Dios es nuestro refugio y que podemos confiar en Él en todo momento.
El Salmo 17 nos enseña a confiar en Dios en medio de las dificultades y a buscar su protección.
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| Escucha, oh Jehová, una causa justa; está atento a mi clamor. Presta oído a mi oración, que no sale de labios engañosos. De tu presencia proceda mi vindicación; vean tus ojos la rectitud. Tú has probado mi corazón, me has visitado de noche; me has puesto a prueba, y nada inicuo hallaste; he resuelto que mi boca no haga transgresión. En cuanto a las obras humanas, por la palabra de tus labios yo me he guardado de las sendas del violento. Sostén mis pasos en tus caminos, para que mis pies no resbalen. Yo te he invocado, porque tú me oirás, oh Dios; inclina a mí tu oído, escucha mi palabra. Muestra tus maravillosas misericordias, tú que salvas a los que se refugian a tu diestra de los que se levantan contra ellos. Guárdame como a la niña de tus ojos; escóndeme bajo la sombra de tus alas, de los impíos que me han despojado, de mis enemigos que me rodean. Han cerrado su corazón duro; con su boca hablan arrogante. Han cercado ahora mis pasos; han puesto sus ojos para echarme por tierra. Es semejante a un león que anhela despedazar, y a un leoncillo que está en acecho. Levántate, oh Jehová, sal a su encuentro, derríbalo; libra mi alma del impío con tu espada, de los hombres con tu mano, oh Jehová, de los hombres mundanos, cuya porción está en esta vida, y cuyo vientre llenas de tu tesoro escondido; se sacian de hijos, y dejan su superfluidad a sus pequeñuelos. En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza. |