Salmo 90 – Conoce el salmo y su significado


La eternidad de Dios como refugio: El Salmo 90 es una composición poética que exalta la eternidad y el poder de Dios como un refugio seguro para aquellos que confían en Él. En este himno, se contrapone la fugacidad de la vida humana con la inmutable grandeza divina.

El salmista reflexiona profundamente sobre la brevedad y fragilidad de la existencia humana, reconociendo que en Dios hallamos la única seguridad verdadera y perdurable. Este salmo nos invita a tomar conciencia de nuestra dependencia absoluta de Dios y a depositar nuestra confianza en Su cuidado constante y fiel.


El Salmo 90 como salmo de cumpleaños: una reflexión sobre la vida

El Salmo 90 puede considerarse no solo como un himno de alabanza a la eternidad de Dios, sino también como una meditación apropiada para celebrar los cumpleaños. En el transcurso de los años, cada cumpleaños nos enfrenta al recordatorio inevitable de nuestra propia temporalidad y de la fugacidad de la vida humana.

Al conmemorar otro año de vida, es natural detenerse a reflexionar sobre el paso del tiempo y la fragilidad de nuestra existencia terrenal. En este contexto, el Salmo 90 adquiere un significado aún más profundo, invitándonos a contemplar la importancia de buscar seguridad y refugio en Dios en medio de la incertidumbre y la transitoriedad de la vida.

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Este salmo nos recuerda que, aunque nuestra vida sea como «hierba que crece por la mañana, que por la tarde se marchita y se seca» (Salmo 90:6), la eternidad de Dios es un fundamento sólido y constante en el cual podemos apoyarnos. Encontramos consuelo en la certeza de que, a pesar de nuestras limitaciones y debilidades, Dios permanece inmutable en Su amor y fidelidad.

Al leer el Salmo 90 en un cumpleaños, podemos realizar una pausa reflexiva para contemplar el regalo de la vida y renovar nuestra confianza en el amor y la providencia divina. Reconocemos que, aunque el tiempo pase y los años avancen, Dios es nuestro refugio seguro, nuestra fortaleza constante y nuestro guía fiel en medio de las vicisitudes de la vida.

Cada cumpleaños nos brinda la oportunidad de agradecer por el regalo de la vida, de reflexionar sobre nuestro propósito y significado en este mundo, y de renovar nuestra confianza en el cuidado y la dirección de Dios para el año que está por venir. En la celebración de otro año de vida, encontramos consuelo y esperanza en la certeza de que nuestra vida está en las manos amorosas y eternas de nuestro Creador.

Reflexión sobre la brevedad de la vida humana

El Salmo 90 comienza con una reflexión sobre la brevedad de la vida humana en contraste con la eternidad de Dios. El salmista describe la vida humana como una sombra que se desvanece rápidamente y compara nuestros años con un suspiro. Esta meditación sobre la fugacidad de la vida sirve como un recordatorio de la importancia de aprovechar el tiempo y vivir con sabiduría.

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La eternidad y la omnipotencia de Dios

El salmo continúa exaltando la eternidad y la omnipotencia de Dios. Se describe a Dios como el refugio eterno de Su pueblo y como el Creador del universo. Aunque la vida humana sea transitoria, el salmista reconoce que Dios permanece constante desde la eternidad hasta la eternidad.

La relación entre la humanidad y Dios

A lo largo del Salmo 90, se desarrolla una profunda reflexión sobre la relación entre la humanidad y Dios. El salmista reconoce la soberanía de Dios sobre la vida humana y la necesidad de buscar Su sabiduría y favor. Se enfatiza la importancia de vivir con humildad y temor de Dios, reconociendo nuestra dependencia total de Su gracia y misericordia.

Una oración por la compasión y el favor divinos

El salmo concluye con una oración por la compasión y el favor divinos. El salmista ruega a Dios que tenga compasión de Su pueblo y que les conceda éxito en sus esfuerzos. Esta oración refleja la confianza del salmista en la bondad y fidelidad de Dios, incluso en medio de las dificultades y pruebas de la vida.


El Salmo 90

Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación. Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.

Haces que los hombres vuelvan al polvo, y dices: Convertíos, hijos de los hombres. Porque mil años delante de tus ojos son como el día de ayer, que pasó, y como una de las vigilias de la noche.

Los arrebatas como con torrente de aguas; son como sueño, como la hierba que crece en la mañana. Por la mañana florece y crece; a la tarde es cortada, y se seca.

Porque somos consumidos por tu ira, y por tu furor somos turbados. Pusiste nuestras maldades delante de ti, nuestros secretos a la luz de tu rostro.

Porque todos nuestros días declinan a causa de tu ira; acabamos nuestros años como un pensamiento. Los días de nuestra edad son setenta años; y si en los más robustos son ochenta años, con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, porque pronto pasan, y volamos.

¿Quién conoce el poder de tu ira, y tu indignación según que debes ser temido? Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.

Vuélvete, oh Jehová; ¿hasta cuándo? Y aplácate para con tus siervos. Sácianos por la mañana con tu misericordia, y cantaremos con gozo y nos alegraremos todos nuestros días.

Alégranos conforme a los días que nos afligiste, y los años en que vimos el mal. Aparezca en tus siervos tu obra, y tu gloria sobre sus hijos.

Y sea la dulzura de Jehová nuestro Dios sobre nosotros, y confirma sobre nosotros la obra de nuestras manos; sí, la obra de nuestras manos confirma.

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