Salmo 88 y su significado

 

Interpretación del Salmo 88

El Salmo 88 es un lamento en el que el salmista clama a Dios por su sufrimiento y desolación. A lo largo del salmo, el autor expresa su angustia y aflicción, describiendo su situación como una que lo ha sumido en tinieblas y lo ha alejado de la presencia divina.

El salmista se siente abandonado por Dios, preguntándose por qué el Señor le ha rechazado y oculta su rostro. Se siente rodeado de problemas y afirma que sus amigos y seres queridos lo han abandonado, sumiendo su vida en una profunda soledad.

La angustia del salmista

En medio de su desesperación, el salmista clama a Dios en busca de respuesta y consuelo. A pesar de su sufrimiento, reconoce la grandeza y el poder de Dios, recordando las obras maravillosas que ha realizado en el pasado. Aunque se siente desamparado, sigue clamando a Dios en busca de su ayuda y misericordia, confiando en su fidelidad y en su amor eterno.

La esperanza en medio del sufrimiento

La interpretación de este salmo nos enseña que, incluso en medio de la oscuridad y el sufrimiento, podemos acudir a Dios con nuestras angustias y confiar en su poder para traer consuelo y restauración. Nos anima a perseverar en la fe, sabiendo que Dios nunca nos abandonará y que su amor siempre prevalecerá.

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El Salmo 88 nos recuerda que, aunque nuestras circunstancias sean difíciles y nos sintamos abandonados, podemos encontrar esperanza en Dios. A través de la oración y la confianza en su fidelidad, podemos experimentar su consuelo y restauración en medio de nuestras pruebas. En lugar de rendirnos ante la desesperación, podemos aferrarnos a la promesa de que Dios está cerca de los quebrantados de corazón y no nos dejará solos en nuestras aflicciones.

 

Salmo Católico Completo (Salmo 88) para Leer e Imprimir

Oh Jehová, Dios de mi salvación,
Día y noche clamo delante de ti.
Llegue mi oración a tu presencia;
Inclina tu oído a mi clamor.

Porque mi alma está hastiada de males,
Y mi vida cercana al Seol.
Soy contado entre los que descienden al sepulcro;
Soy como hombre sin fuerza,
Abandonado entre los muertos,
Como los pasados a espada que yacen en el sepulcro,
De quienes no te acuerdas ya,
Y que fueron arrebatados de tu mano.

Me has puesto en el hoyo profundo,
En tinieblas, en lugares profundos.
Sobre mí pesa tu ira,
Y con todas tus ondas me has afligido.

Has alejado de mí a mis conocidos;
Me has puesto por abominación a ellos;
Encerrado estoy, y no puedo salir.
Mis ojos enfermaron a causa de mi aflicción;
Te he llamado, oh Jehová, todo el día;
He extendido a ti mis manos.

¿Harás tú maravillas a los muertos?
¿Se levantarán los muertos para alabarte?
¿Será contada en el sepulcro tu misericordia,
O tu verdad en el Abadón?

¿Serán conocidas en las tinieblas tus maravillas,
Y tu justicia en la tierra del olvido?

Mas yo a ti he clamado, oh Jehová,
Y de mañana mi oración se presentará delante de ti.
¿Por qué, oh Jehová, desechas mi alma?
¿Por qué escondes de mí tu rostro?

Soy afligido y estoy expirando desde mi juventud;
He llevado tus terrores, y estoy abrumado.
Sobre mí han pasado tus iras;
Tus terrores me han cortado.

Me han rodeado como aguas continuamente;
Me han cercado a una.
Has alejado de mí amigo y compañero,
Y a mis conocidos has puesto en tinieblas.

 

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